Centro de estudios peronista José Armando Gonzáles - Ateneo: Nelly A. Moscheni de Gonzáles. Fundado el 08-10-2011.
  1947 Voto Femenino síntesis
 
 
Centro de Estudios Peronista: José Armando Gonzáles
Ateneo: Nelly A. Moscheni de Gonzáles
Fundado el 08 – 10 – 2.011
 
 
 
VOTO   FEMENINO
 
 
 
                              Muchas Mujeres en la Argentina lucharon por conseguir los derechos políticos, en 1854 Doña JUANA PAULA MANSO inició la lucha por la emancipación femenina en nuestro país, pero va a ser recién en 1946 cuando EVA PERON tomó la idea de otorgarles a las mujeres el derecho cívico igual que los hombres.
 
                              En 1910  se celebra en Buenos Aires el 1º Congreso Internacional Femenino, iniciando entonces la mujer una lucha por sus derechos cívicos, políticos, económicos y otros derechos. 
                              En 1927 en San Juan, se otorga el voto provincial a la mujer. Desde la época de Sarmiento, la mujer sanjuanina participa en las elecciones municipales, en una suerte de sufragio calificado o censitario, puesto que en dichas elecciones votaban los propietarios empadronados como contribuyentes comunales.
 
                              A partir de 1943 uno de los grandes anhelos de Perón es darle participación a la mujer en todo el quehacer nacional y abanderada de esa aspiración, será Evita, quien quedará para la historia de nuestro país como la líder de esta conquista.
 
                              En el año 1919, se presentó en el país el primer Proyecto de ley dando derechos cívicos de la mujer, que hasta 1942, es decir durante 23 años, se presentaron 20 proyectos a nuestras cámaras sin lograr aprobar ninguno.
 
                              El proyecto de 1919 se tituló Sufragio de las Mujeres, que representó un avance para aquel momento histórico, y en él se proponía: que los argentinos varones que hubieran cumplido la edad de 18 años y las argentinas mujeres que hubieran cumplido 22 años, podían gozar de los derechos políticos de acuerdo a la Constitución y las leyes.
 
                              Otro proyecto de 1922 decía: las mujeres de 20 años diplomadas en universidades, liceos, escuelas especiales, tienen todos los derechos políticos acordados a los ciudadanos
 
                              En 1932 tuvieron entrada 2 proyectos de ley igual que también fueron rechazados.
 
                              En 1935 3 proyectos, también rechazados.
                              En 1938 2 proyectos más rechazados.
                              En 1940   otros 2 proyectos rechazados.
 
                              En Junio de 1946,   Perón dirá en el Congreso: la creciente intervención de la mujer en las actividades sociales, económicas, culturales, y de toda índole,   la han acreditado para ocupar un destacado lugar en la acción cívica y política del país. Su incorporación a nuestra actividad política, con todos los derechos que hoy sólo se reconocen a los varones, será un indiscutible factor de perfeccionamientos de las costumbres cívicas. 
 
                              Fue Eva Perón quien toma   en sus manos esta lucha por le voto femenino con la pasión que siempre tuvo para lograr sus objetivos. (leer los discursos semanales que daba Evita por Radio Telefonía).
 
                              El 21 de agosto de 1946, la Cámara de Senadores trató el proyecto del voto femenino que ha de ser aprobado por unanimidad y convertido en Ley 13.010,    el     09 de septiembre de 1947.
 
                              El 23 de septiembre de 1947 se promulgó la ley 13.010 que otorgó el voto a todas las mujeres del país. En esta época la República Argentina contaba con 14 provincias    y 10 gobernaciones.
 
                              En la tarde del día 09 de septiembre de 1947 desde la casa de gobierno Evita habló a las mujeres de su   Patria diciendo:   Mujeres de mi Patria: recibo en estos instantes de manos del   gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos y la recibo ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre   y representación de todas la mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.      Aquí está, hermanas mías,   resumido en la letra apretada de pocos artículos, una larga e histórica   lucha, tropiezos y esperanzas. Por ello hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos y esto último, que traducen la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional,   sólo ha sido posible en el ambiente de justicia y de recuperación   de la Patria que estimula e inspira la obra del gobierno del Gral. Perón,   líder del Pueblo argentino.   El voto que hemos conquistado es una herramienta nueva en nuestras manos,   pero   nuestras manos no son nuevas en las luchas, en el trabajo, y en el milagro repetido de la creación.   Fecundamos la tierra con el sudor de nuestra frente y dignificamos con nuestro trabajo la fábrica y el taller. Somos las mujeres misioneras de la paz. Los sacrificios y las luchas sólo se han logrado multiplicando nuestra fe. Alcemos todas juntas esa fe e iluminemos con ella, el sendero de nuestro destino. Es un destino grande, apasionado y feliz. Tenemos que conquistarlo así. Tres bases insobornables, inconmovibles: una ilimitada confianza en Dios y en su infinita justicia;   una Patria incomparable a quien amar con pasión, y un líder que el destino moldeó  para enfrentar victoriosamente los problemas de la época: el Gral. Perón. Con    él y con el voto   contribuiremos a la perfección de la democracia argentina. 
 
                              Seguidamente Perón, hace llegar su mensaje diciendo: Ciudadanas y Ciudadanos. La Ley que reconoce los derechos cívicos de la mujer, modifica un estado de cosas que representaba en nuestro medio un anacronismo político. Reconoce que no habíamos cumplido integralmente nuestra condición y estos derechos que asisten a la mujer igual que al hombre, tardíamente reconocidos, vienen a llenar un vacío que la nacionalidad exigía desde hace   mucho tiempo.   Recordamos que en los viejos tiempos de la Esparta gloriosa, los hombres morían por sus mujeres, recordemos que en nuestra historia la mujer luchó desde los cimientos de la nacionalidad al lado de sus hombres en los primeros combates de la Independencia; y que ha sido a lo largo de toda la historia argentina compañera inseparable del hombre; que luchó y murió a su lado por los   ideales   de la causa que él   defendía. Resabio de incultura e incivilización, propio de pueblos primitivos, vive en la mente de algunos hombres, para quienes la cultura no ha representado sino un beneficio material. Son esos resabios los que han permitido llegar hasta el año 1947 con la mujer relegada a un lugar secundario en la vida de este pueblo, cuando ella debe de ser la formadora de la nacionalidad, ya que es la primera maestra del niño desde su cuna misma. Es allí, en la misma cuna, donde comienza a enseñarle al hombre que debe de ser honrado, virtuoso y patriota. Cómo negar a ella para intervenir en las grandes decisiones cuando representa el comienzo de la vida, puesto que abre los ojos de sus hijos y cierra los   ojos de sus padres: cómo negarle el derecho a ella que   se desenvuelve toda su vida teniendo por norma la abnegación y el sacrificio.   No es posible que la mujer, que vive sacrificada, que vive con abnegación,    no tenga derecho a compartir con el hombre las decisiones que nos conciernen a todos en la vida de la Nación.  
                              Ahora no olvidemos que con esos derechos nacen deberes. Cada mujer debe de pensar que en nuestra tierra es obligación dar hijos sanos y formar hombres virtuosos, que sepan sacrificarse y luchar por los verdaderos intereses de la Nación. Cada mujer debe pensar que sus obligaciones han aumentado porque el Estado, al otorgarle derechos,   tiene paralelamente la necesidad de exigir que toda madre sea una maestra para sus hijos;   que en su casa construya un altar de virtud y respeto; que intervenga en la vida pública defendiendo esa célula de la sociedad que es, precisamente, el hogar que ha de ser sagrado.   Cada mujer debe saber que mientras el hombre gasta sus energías, para alimentar el hogar, ella debe constituir el alma que infunda el respeto y la verdad,    que es la suprema de las condiciones humanas.   Dado que las mujeres que intervendrán en la vida pública, han de representar un modelo de esfuerzo que complete la acción de los hombres para que en esta bendita tierra argentina, podamos construir una sociedad que se afirme en los cimientos de la verdad. Los nuevos valores espirituales que la mujer incorpora al torrente de la sangre nacional han de vivificarla haciendo que nos perfeccionemos para llevar la   Patria hacia los más grandes destinos, objetivo que desde ya cada uno de nosotros debe formarse la firme convicción de alcanzarlos.- 
 
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