1870 – El Asesinato de Urquiza. FUENTE: texto y fotos bajados de sitios de Internet. Inventario 22. Home Regístrese Por Gonzalo García* 11 de abril de 1870: El asesinato de Urquiza, crimen impune en la historia argentina Tanto en los albores de la nacionalidad como también durante las guerras civiles los crímenes impunes abundan en nuestra historia. Ricardo López Jordán no mandó a matar a Urquiza, esto está fehacientemente comprobado. ¿Quién fue entonces?. Solicitar más información por mail | Recomendar esta noticia Fecha:12/04/2009 9:30:00 Texto completo de la noticia ________________________________________ "Hasta ahora se ha adjudicado a López Jordán una responsabilidad personal del crimen, como si él lo hubiera concebido e inspirado, organizado y ejecutado. Así se ha dicho y se viene repitiendo de generación en generación. Así se enseña en algunos textos escolares. Así se falsea la verdad y se adultera la historia… En términos generales se ha dejado caer la terrible y mortificante acusación. Se la ha concretado con sonoros adjetivos pero sin las probanzas debidas… Recorramos los archivos, acerquémonos a las amarillentas colecciones de las publicaciones periódicas de la época, hurguemos en los rincones de las viejas casonas, que aun guardan las sugestiones de los tiempos idos, y no descubriremos nada que nos pruebe, que nos traiga y afirme la convicción de una responsabilidad personal de López Jordán en la tragedia del Palacio San José". Aníbal S. Vásquez. "López Jordán" Hasta ahora se ha adjudicado a López Jordán una responsabilidad personal del crimen, como si él lo hubiera concebido e inspirado, organizado y ejecutado. Así se ha dicho y se viene repitiendo de generación en generación. Así se enseña en algunos textos escolares. Así se falsea la verdad y se adultera la historia… En términos generales se ha dejado caer la terrible y mortificante acusación. Se la ha concretado con sonoros adjetivos pero sin las probanzas debidas… Recorramos los archivos, acerquémonos a las amarillentas colecciones de las publicaciones periódicas de la época, hurguemos en los rincones de las viejas casonas, que aun guardan las sugestiones de los tiempos idos, y no descubriremos nada que nos pruebe, que nos traiga y afirme la convicción de una responsabilidad personal de López Jordán en la tragedia del Palacio San José". Aníbal S. Vásquez. "López Jordán" El crimen impune, una constante histórica argentina Mariano Moreno muere en un barco inglés en alta mar, su defunción ocurre en forma dudosa. Se murmura un posible envenenamiento del tribuno revolucionario de Mayo. El "Tigre de los Llanos", Facundo Quiroga, es asesinado en Barranca Yaco por una partida comandada por un tal Santos Pérez. Lo que no se puede dilucidar es si Santos Pérez recibió el encargo de los Reinafé, de Estanislao López o de algún otro caudillo contrariado por la estrella ascendente de Facundo. La muerte de Lavalle en Jujuy es también un caso poblado de incertidumbres. José María Rosa en su magistral trabajo "El cóndor ciego" investiga las circunstancias de esa muerte confusa. En el atentado en que se hiere de muerte a Güemes no se distingue con certeza si fue organizado por los últimos realistas que operan en Salta o fue obra de algún sector interno de los patriotas enfrentados. Tampoco se sabe quién ordenó la mano del puñal que mata a Monteagudo en Lima ni la de la otra mano que asesina por la espalda a Florencio Varela en Montevideo. Ricardo López Jordán fue asesinado en una calle de Buenos Aires, Casas, el matador, declaró que su móvil era vengar a su padre, pero está probado que detrás del sicario estaban otros intereses políticos. Como advertimos, tanto en los albores de nuestra nacionalidad como también durante las guerras civiles los crímenes impunes abundan en nuestra historia. El crimen impune, una constante histórica argentina. Mariano Moreno muere en un barco inglés en alta mar, su defunción ocurre en forma dudosa. Se murmura un posible envenenamiento del tribuno revolucionario de Mayo. El "Tigre de los Llanos", Facundo Quiroga, es asesinado en Barranca Yaco por una partida comandada por un tal Santos Pérez. Lo que no se puede dilucidar es si Santos Pérez recibió el encargo de los Reinafé, de Estanislao López o de algún otro caudillo contrariado por la estrella ascendente de Facundo. La muerte de Lavalle en Jujuy es también un caso poblado de incertidumbres. José María Rosa en su magistral trabajo "El cóndor ciego" investiga las circunstancias de esa muerte confusa. En el atentado en que se hiere de muerte a Güemes no se distingue con certeza si fue organizado por los últimos realistas que operan en Salta o fue obra de algún sector interno de los patriotas enfrentados. Tampoco se sabe quién ordenó la mano del puñal que mata a Monteagudo en Lima ni la de la otra mano que asesina por la espalda a Florencio Varela en Montevideo. Ricardo López Jordán fue asesinado en una calle de Buenos Aires, Casas, el matador, declaró que su móvil era vengar a su padre, pero está probado que detrás del sicario estaban otros intereses políticos. Como advertimos, tanto en los albores de nuestra nacionalidad como también durante las guerras civiles los crímenes impunes abundan en nuestra historia. El asesinato político. Todos estos crímenes son políticos, es decir que tienen como motivo la eliminación física de una persona que se presenta como un enemigo de los intereses del matador. Y todos estos homicidios tienen también un denominador común: se realizan por encargo. El autor material del hecho (sicario) recibe la orden de matar a la víctima por parte del autor ideológico (merced) que le otorga luego de cumplido el hecho homicida, una contraprestación por la ejecución. Esta naturaleza especial de crímenes por encargo hace muy dificultosa la revelación de quién es el autor ideológico del delito que queda oculto e impune ya que, los autores materiales, si son apresados, ocultan la identidad del mandante. Ante el silencio del sicario surgen las conjeturas, las hipótesis y las posibilidades. Y finalmente, ante la falta de evidencias, queda para aplicar en el análisis, la sugerencia de Séneca: "Aquel a quién el crimen le es beneficioso, es el que lo ha cometido". Este trabajo es un aporte más, que intenta desentrañar los motivos del asesinato, hasta hoy impune, de don Justo José de Urquiza en el Palacio de San José. Auténtico magnicidio, único en nuestra historia ya que la víctima, al momento de su muerte revestía ciertas calidades que agravan el hecho: era Gobernador electo de la Provincia de Entre Ríos, ex primer Presidente Constitucional de la Confederación Argentina y Jefe Político del Partido Federal. Este ensayo está dividido en dos partes. En la primera pretende darle al lector un panorama del contexto histórico en se desenvuelve la tragedia y en una segunda parte se narran los hechos acaecidos, acompañados por un examen de los mismos basado en textos, notas y publicaciones de José Hernández y Juan Bautista Alberdi. 1) Viaje del Presidente Sarmiento a Entre Ríos y visita a Urquiza en el Palacio San José "Ninguna persona que haya seguido estudiando en la práctica la historia de las republicas del Plata, ha debido extrañar el desgraciado fin de Su Excelencia el señor Capitán General D. Justo José de Urquiza.. Por el contrario, lo admirable e inaudito es su permanencia en el poder, por grados, siempre bajando, en virtud de sus hechos, contrarios a su crédito, a sus amigos políticos y favorables a sus enemigos... En mi larga carta después de esa batalla (la de Pavón), le dije que, habiendo él mismo cometido el gravísimo error, después del triunfo, de pasar todo su poder a sus enemigos con funesto perjuicio a los que seguían de buena fe su política..., su vida y su fortuna no estaban seguras si permanecía en la provincia entrerriana". Carta de Rosas a Urquiza, citada por José Luis Busaniche en "Juan Manuel de Rosas" Urquiza y Sarmiento: enemigos íntimos La relación política de Sarmiento y Urquiza fue larga, despareja y encontrada. Sarmiento estuvo, según lo demandaran las circunstancias, con Urquiza y contra Urquiza. Estuvo con Urquiza cuando se incorpora a la campaña del Ejercito Grande que finaliza en Caseros con el derrocamiento de Rosas (1852). Sarmiento entró a Buenos Aires como boletinero del ejército de Urquiza con grado de oficial. Durante la campaña se encontraron en un par de oportunidades donde comprobaron las profundas diferencias que ambos tenían. Urquiza lo humilla al obligarlo a ponerse el cintillo punzó, la divisa federal. Sarmiento lo desprecia y lo considera como uno de los tantos otros caudillos, "bárbaro, atrasado y salvaje". La relación de ambos está rota después de Caseros. A Urquiza le ha chocado la petulancia de Sarmiento. Y el caudillo le ha hecho al vanidoso Sarmiento las siguientes ofensas: no le ha dado el cargo en el Ejército que ambicionaba de jefe del Estado Mayor, no le ha escuchado sus consejos tácticos ni políticos no ha demostrado confiar en su supuesto talento, le cuestiona sus escritos sobre la marcha del Ejercito Grande y los partes del boletín oficial y lo peor de todo, no le ha dicho ni una palabra sobre sus libros. El feroz resentimiento que le provoca la indiferencia del entrerriano le hacen verle "peor" que a Don Juan Manuel. Frustrado y enfurecido Sarmiento por sus diferencias con el caudillo entrerriano y sumado a esto los conflictos que surgen entre Buenos Aires y Urquiza, retorna su "exilio" en Chile. Desde Chile comienza una feroz campaña de injurias y calumnias contra Urquiza. Dísele al jefe entrerriano: "Su vida pública anterior requerirá la indulgencia de la historia". "La historia de Urquiza debe principiar en Caseros porque para atrás es negra, salpicada de sangre". Lo agravia en lo personal recordando sus muchos hijos naturales. Le incluye entre los "vendidos verdugos" conque Rosas "esclavizó a las provincias". Le acusa de haber degollado o fusilado después de las batallas. Y en Palermo, después de Caseros, de haber muerto a mas de cuatro mil quinientos prisioneros. Luego, de vuelta de Chile y pocos días después de Pavón (1861), Sarmiento le escribe a Mitre felicitándolo. La carta es un documento de formidable valor histórico, que entre otras cosas dice: "No deje cicatrizar la herida de Pavón, Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca". Pero han pasado los años, Sarmiento es ahora Presidente y necesita del caudillo federal, su antiguo enemigo, para neutralizar al mitrismo y fortalecer su menguado poder político. Decide entonces, hacer un viaje a Entre Ríos. El periplo es organizado de manera teatral, casi circense. Se embarca el 17 de enero de 1870 en un buque de la armada al que bautizan con el ofensivo nombre de "Pavón", espera llegar a Entre Ríos el 3 de febrero para festejar junto a Urquiza el aniversario de Caseros. Numerosos personajes lo acompañan, ministros, diplomáticos, el general Arredondo y el inglés Wheelwright forman la numerosa delegación. Incluso tres busques extranjeros siguen el "Pavón", uno francés, otro español y otro italiano donde van ministros plenipotenciarios de esas naciones. Llega por fin la delegación al puerto de Concepción del Uruguay, por entonces capital de Entre Ríos, donde todo el pueblo aguarda al Presidente. En el muelle, erguido y espectacular está Urquiza, el viejo caudillo le espera vestido de civil, se ha puesto el frac. Sarmiento desciende del "Pavón" y, ante la emoción unánime se produce la increíble escena: los viejos enemigos se abrazan. Luego, al observar Sarmiento una parada militar de la caballería entrerriana con el mismo uniforme que vestían en Caseros pronuncia una frase que será célebre: "Ahora sí que me siento Presidente de la República". Es el 3 de febrero de 1870, aniversario de la caída de Rosas. En San José, gigantesco y suntuoso palacio, por la noche se da una gran fiesta que impresiona a los visitantes. Hay baile y un gran banquete. Al brindar, Sarmiento, se atribuye el triunfo de Caseros. Urquiza ansioso de incorporarse a la nueva política de progreso y civilización acepta resignadamente el brindis jactancioso del ilustre visitante. La visita concluye, Sarmiento vuelve a Buenos Aires. Transcurre cerca de un mes. Todo parece marchar viento en popa para Sarmiento: la guerra del Paraguay ha concluido, Mitre parece tranquilo y Urquiza domesticado. Apenas quedan en San Luis unas montoneras sublevadas por Santos Guayama al que considera un simple bandido. Todo va bien para el Presidente hasta que el día 13 de abril recibe una noticia de Entre Ríos que lo deja estupefacto: El día 11 de abril, ha sido asesinado en su palacio de San José, Justo José de Urquiza. 2. El magnicidio: Hechos, alertas y lecturas "Jamás Sarmiento tendrá fotografía de la fisonomía de su alma, mejor que su proyecto de ley en que ofrece veinte mil libras esterlinas al asesino de López Jordán. Esa es la moral del que hizo una guerra a ese mismo López Jordán en nombre de la moral: dar primas esplendidas y solemnes al asesino y al asesinato". Juan B. Alberdi. "Escritos Póstumos" Los hechos del 11 de Abril A principios de abril había estallado la revolución jordanista en distintos lugares de la provincia y, aunque no está probado que entrara en el plan revolucionario la muerte de Urquiza, su residencia es asaltada y él es asesinado por una partida que obedecía políticamente a López Jordán. Es preciso que nos detengamos en el análisis de esos sucesos para ver como la historia oficial ha falsificado los hechos endilgándole la culpa del asesinato a López Jordán. Los hechos acaecidos son muy confusos, hay diversas y contradictorias versiones interesadas, pero en verdad, el único documento cierto que existe sobre la forma en que se produjo la muerte de Urquiza, quiénes fueron sus autores materiales y quiénes los mentores ideológicos del atentado, son las declaraciones que aportó el capitán José María Mosqueira, único detenido y procesado por los hechos. (1) Según lo expresado por el mencionado Mosqueira en el juicio, los hechos ocurrieron de la siguiente manera: La conspiración comienza en la estancia de Arroyo Grande, cerca de Concordia. A dicho lugar concurre el joven estanciero de Gualeguaychú, José Mosqueira para ofrecerle sus servicios a López Jordán en el movimiento revolucionario que éste prepara para derrocar al gobernador Urquiza. El plan queda acordado. El lugar de encuentro de los conjurados será en la misma estancia, el 9 de abril. Treinta hombres al mando del mayor Robustiano Vera y José Mosqueira partieron desde Arroyo Grande rumbo al establecimiento San Pedro, propiedad de Urquiza, a los efectos de ponerse a las órdenes del Coronel Luengo que los esperaba con veinte hombres más. Las órdenes recibidas, según cuenta Mosqueira en las actas del juicio, eran las de apresar a Urquiza, respetarle la vida al gobernador y a su familia y llevarlo a la presencia del jefe revolucionario. La partida la formaban entre otros, además de los mencionados, Ambrosio Luna, Pedro Aramburu, Juan Pirán, Facundo Teco, Agustín Minué, Mateo Cantero y Nicomedes Coronel, este último era mayordomo de la estancia San Pedro. Un dato interesante: de todos los hombres de la partida sólo Mosqueira era entrerriano. La mayoría de ellos eran federales correntinos y orientales exiliados. Simón Luengo, el jefe de la partida, era un caudillo federal cordobés de cierta relevancia que había sido derrotado en su provincia natal y vivía en Entre Ríos protegido por Urquiza. Al caer la tarde de ese fatídico lunes de 1870, según los testimonios, a las 19.30 hs., el gobernador se encontraba en la galería delantera de su residencia conversando con uno de sus ministros y escuchó sorprendido la llegada de un tropel de jinetes que habían entrado por la puerta trasera del Palacio San José al grito de ¡Muera Urquiza! y dando vivas a López Jordán. El gobernador se dirigió a una de sus habitaciones extrayendo un rifle y disparando contra la partida. Lo que ocurre a partir de ese momento es confuso y no lo aclara Mosqueira en el proceso. No se sabe si Luengo alcanzó a darle la orden de rendición a Urquiza o algún hombre de la partida disparó desobedeciendo la orden contra el caudillo que cae alcanzado por un tiro en la cara. También es un enigma quién lo "despenó" con cinco puñaladas en el pecho. (2) Lo que sí está claro es que la muerte de Urquiza no fue ordenada por López Jordán ni estaba en los propósitos de los revolucionarios. La consideraban una muerte inútil. Y, para completar la intriga de esta historia, el mismo día, con algunas horas de diferencia, como en una secuencia del cine de Francis Ford Cóppola, son asesinados en Concordia, también en circunstancias equívocas dos de sus hijos, Justo Carmelo y Waldino. La reacción de Sarmiento Cuando el Presidente Sarmiento recibe la noticia en Buenos Aires de la muerte de su flamante aliado lo invade un furor apocalíptico (¿actuación?). Los primeros informes le indican que parece que los matadores obedecían a una orden de López Jordán. Enfurecido y apurado Sarmiento promete vengar al muerto y aniquilar al presunto asesino. Dispone que el homicida es López Jordán, le imputa el crimen porque políticamente le conviene. Sarmiento sabe bien que López Jordán es ahora su nuevo enemigo, es el hombre que le impidió a Urquiza enviar las tropas a Paraguay en el desbande de Basualdo. Sabe de la prédica que López Jordán tiene en el pueblo entrerriano y de su popularidad. Teme Sarmiento una revuelta federal generalizada. Por razones políticas, sin averiguar los pormenores del caso, le imputa a López Jordán el homicidio que la historia oficial repetirá incansablemente. Pero, lo cierto es que el asesinato de Urquiza es un crimen impune, uno de los tantos que la historia oficial oculta. ¿Quien fue? ¿Entonces, si no hubo orden de matar a Urquiza por parte de los revolucionarios, como fue el desenlace de la tragedia de San José? ¿Cómo y por qué ocurrieron los hechos? Dentro del conjunto de historiadores que han tratado de develar la incertidumbre del hecho, Fermín Chávez, en su voluminoso y documentado libro "Vida y muerte de López Jordán" conjetura tres probabilidades: a) Que los jefes de la revolución jordanista autorizaron la ejecución de Urquiza. b) Que Luengo, la resolvió sobre la marcha. c) O que la resistencia armada de Urquiza dió ocasión a su muerte. Ahora bien, ninguna de estas hipótesis puede ser probada... Son especulaciones. De hecho, nada ha podido ser probado fehacientemente. Vale entonces, a casi ciento cuarenta años de lo ocurrido, hacerse una clásica pregunta de invariable lógica policial: ¿A quién le convino el crimen? ¿Quién fue políticamente beneficiado por el asesinato? La respuesta que surge inmediatamente es: Sarmiento. Por un lado quedó eliminado Urquiza del cual Sarmiento desconfiaba no obstante la visita reconciliatoria que le había hecho al "Señor de San José". Y, por otro lado, el crimen, le da la oportunidad de intervenir e invadir militarmente Entre Ríos, último bastión del federalismo, para perseguir hasta aniquilar a Ricardo López Jordán que asomaba como un referente nacional de la causa federal. Aprovecha la coyuntura para poner en práctica el nefasto consejo que años antes le había dado a Mitre: "no ahorre sangre de gaucho" y abonará la tierra entrerriana con la sangre de las últimas montoneras sublevadas contra el atropello de Buenos Aires. La premonición de José Hernández José Hernández, el autor del Martin Fierro, es uno de los grandes intelectuales del campo nacional. Su obra constituye uno de los pilares sobre los cuales se construye la cultura argentina de los últimos 150 años. Él y su obra fueron un anti facundo, un anti Sarmiento. Si bien fue pública su filiación jordanista y conocidas sus palabras en torno a Urquiza y su muerte (3), en su obra se encuentra un texto que advierte, como lo haría una pitonisa, la posibilidad de una tragedia como la acontecida el 11 de Abril de 1870. Militante político y periodista, Hernández funda en nuestra ciudad, Paraná, en el año 1863 el periódico "El Argentino". Prensa federal y anti porteña, desde allí publicó sus notas sobre el Chacho, una muerte confesa de Sarmiento. Las notas luego fueron editadas como un folleto titulado "Rasgos Biográficos del General Ángel Vicente Peñaloza", que llegará a nuestros días como "Vida del Chacho" de José Hernández. Este trabajo tiene un prefacio de carácter premonitorio que traza un vínculo directo entre Sarmiento y los unitarios con la muerte de Urquiza: "Los salvajes unitarios están de fiesta. Celebran en estos momentos la muerte de uno de los caudillos más prestigiosos, más generosos y valientes que ha tenido la República Argentina. El partido Federal tiene un nuevo mártir. El partido Unitario tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes… El partido que invoca la ilustración, la decencia, el progreso, acaba con sus enemigos cociéndolos a puñaladas… El partido unitario es lógico con sus antecedentes de sangre… ¡Maldito sea!... La Sangre de Peñaloza clama venganza… No lo hará el general Urquiza. Puede esquivar si quiere a la lucha su responsabilidad personal, entregándose como inofensivo cordero al puñal de los asesinos, que espían el momento el golpe de muerte pero no puede impedir que la venganza se cumpla, pero no puede continuar por más tiempo el torrente de indignación que se escapa del corazón de los pueblos… Cada palpitación de rabia del partido unitario, es una víctima más inmolada a su furor. Y el partido unitario es insaciable… La historia de sus crímenes no está completa. El general Urquiza vive aun, y le General Urquiza tiene que pagar su tributo de sangre a la ferocidad unitaria, tiene también que caer bajo el puñal de los asesinos unitarios como todos los próceres del partido federal… Tiemble ya el general Urquiza que el puñal de los asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello allí, en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre a de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido Unitario… Lea el general Urquiza la historia sangrienta de nuestros últimos días recuerde a sus amigos, Benavidez, Virasoro, Peñaloza sacrificados bárbaramente por el puñal unitario recuerde los asesinos del progreso, que desde 1852 lo vienen acechando… No se haga ilusiones el general Urquiza… Recorra la fila de sus amigos y vea cuantos claros ha abierto en ellas el puñal de los asesinos. Así se produce el aislamiento, así se produce la soledad en que lo van colocando para acabar con el sin peligro. Amigos como Benavidez, como Virasoro, como Peñaloza no se recuperan, general Urquiza… No se haga ilusiones el general Urquiza el puñal que acaba de cortar el cuello del general Peñaloza, bajo la infame traición de los unitarios, en momentos de proponerle paz, es el mismo que se prepara para él en medio de las caricias y de los halagos que le prodigan traidoramente los asesinos… ¡En guardia general Urquiza! El puñal está levantado, el plan de asesinaros preconcebido la mano que descargue el golpe la comprara el partido unitario con el oro que arrebata al sudor de los pueblos que esclaviza…" Este texto, critico también con el Urquiza posterior a Pavón, era una luz roja de alerta para el entrerriano. Con un carácter premonitorio y preciso se señala hasta el lugar donde moriría el gobernador. También marca, en forma clara, que la pasividad del caudillo entrerriano ante el asesinato del Chacho Peñaloza, instrumentado y pensado por Sarmiento no solo fue una claudicación política, fue también un golpe directo contra su propia fortaleza. Años después del texto citado, José Hernández, desde otro periódico militante, "El Eco de Corrientes" escribía contra la candidatura presidencial de Sarmiento: "Somos opositores a la candidatura de Sarmiento porque somos Nacionalistas, hemos formado siempre en las filas del partido federal separado de la escena pública desde la Batalla de Pavón, y sin traicionar nuestra fe política no podríamos simpatizar con Sarmiento para quien la federación es una bestia negra, con él que ha proclamado siempre el unitarismo… porque reputamos su candidatura como candidatura de amenaza, como una espada desnuda sobre el cuello del partido federal.." Ya en el ocaso de su carrera política, Sarmiento sigue siendo blanco de las balas de prensa de José Hernández. En una nota del año 1875, publicada en el periódico "La Libertad" de Buenos Aires, que reproducía una carta abierta del autor del Martin Fierro dirigida al asesino de Peñaloza se puede leer: "Al termino de esas luchas hemos llegado cada uno con la historia de nuestros propios hechos… Pero por violento que haya sido el tono de mis escritos en la prensa periódica en los momentos terribles de la lucha, ni lágrimas, ni sangre se ha derramado por mi culpa, y ni viudas, ni huérfanos, han de maldecirme. Y Ud. señor Sarmiento, ¿podrá decir lo mismo? El país entero sabe que no…" (4) La lógica deductiva de Alberdi Juan Bautista Alberdi, el más lucido pensador del siglo XIX, es un hombre a cuyo pensamiento lo han partido en dos. Reivindicado por el liberalismo porteño en su etapa antirrosista juvenil, fue condenado al ostracismo por los vencedores de Caseros y Pavón, y toda su obra madura fue declarada como un crimen de lesa patria. No es llamativo que nuestros contemporáneos conozcan solo una parte muy pequeña de su obra.(5) Con los "Escritos Póstumos" de Alberdi, magna obra confinada al olvido por la historia oficial, se puede reconstruir un rompecabezas, a través de diferentes textos, que nos brinda las supuestas razones y los autores de los hechos del 11 de Abril y sus consecuencias inmediatas y mediatas. Para Alberdi la clave de los hechos radica en la trascendencia nacional de Entre Ríos. Los móviles de este proceso residirían en la búsqueda de la supresión política de nuestra provincia. Así lo afirma cuando escribe: "Ningún presidente argentino puede existir sin el apoyo de Entre Ríos. Es la verdadera capital geográfica de lo que se llama gobierno nacional argentino, aunque este resida en Buenos Aires. No es Urquiza el que le da ese rol, sino la geografía. Lo tuvo antes Urquiza, lo tendrá después de él. Urquiza debe lo que es al poder que su provincia debe a su situación geográfica. Entre Ríos es la cuña natural de Buenos Aires. La cuña para ser buena ha de ser del mismo palo es decir, del mismo modo de ser litoral, pastoral, comercial, con la ventaja de estar fortificado por sus mismos limites naturales y estratégicos, y estar libre de indios pampas, polilla indestructible de la campaña de Buenos Aires, que está al lado de de un rio pero no entre dos ríos, que le den riqueza, defensa y poder…. Todo el que busca la nación se dirige a Entre Ríos, porque esta provincia la representa geográficamente, a causa de su identidad de interés, como entidad antagonista de la provincia de Buenos Aires, que pretende suplantarse a la nación en vez de confundirse con ella… La prueba es que los dos presidentes que se han llamado vencedores de Urquiza y de Entre Rios no han podido presidir a la nación sin tener la venia de Entre Ríos. ¿Por qué? Porque Entre Ríos representa mejor la nación que Buenos Aires. (Escritos Póstumos, Tomo IX, página 266-7)". (6) Esta idea de la envergadura económica y política de Entre Ríos se debe complementar con un leitmotiv de los "Escritos" alberdianos: La Guerra del Paraguay. Para el tucumano, la Guerra del Paraguay y la invasión a Entre Ríos son etapas de un mismo proceso en el cual Buenos Aires, instrumentando una política imperialista, aniquila a sus dos grandes antagonistas. Después de la muerte de Urquiza y cuando Sarmiento se dispone a invadir Entre Ríos, Alberdi escribe: "Los que dicen que van a vengar a Urquiza no van más que a arruinar Entre Ríos, en el nombre de la moral aparentemente, pero en realidad en nombre del egoísmo, pesimamente entendido, de Buenos Aires y el Brasil. Entre Ríos y sus progresos eran un fantasma aterrador para Buenos Aires, como sucedía con el Paraguay cuando ese país se llenaba de vapores, ferrocarriles, telégrafos, arsenales, etc., etcétera. El pretexto moral de vengar a Urquiza, es decir, a su mayor enemigo, sirve al fin verdadero, que es arrasar al Entre Ríos, es decir, el emulo temido en la guerra del progreso material, el pueblo que abrió los afluentes del Plata. Hacer una guerra civil para castigar un asesinato es querer remediar un crimen por otro crimen mayor: un solo asesinato por diez mil asesinatos. Si los aliados no son autores del uno, lo son al menos del otro si no lo son del asesinato individual, lo son de la guerra civil, es decir, del asesinato en masa. Y la muerte de Urquiza sirve tan bien a sus vecinos que hasta podría dárselos muy bien por sus autores. (E.P., Tomo VII, página 293)". Se puede percibir que, en esta frase, Alberdi sugiere que Sarmiento puede bien ser quien mató a Urquiza. Alberdi señala una participación y un interés concreto de Sarmiento y el poder político de Buenos Aires en la muerte del gobernador entrerriano. También traza la vinculación entre el genocidio del pueblo paraguayo y el aniquilamiento de la montonera federal de López Jordán. El tucumano solidifica esta teoría cuando, dudando de la casualidad, afirma que: "…No bien terminada esa contienda (La Guerra del Paraguay) el gobierno de Sarmiento emprendió las dos guerras casi consecutivas de Entre Ríos que costaron a la nación vente millones de duros y ocho o diez mil vidas de argentinos… La mano de la casualidad sirvió a la mira de ese corolario de la Guerra del Paraguay con un discernimiento que la hubiera hecho sospechar consciente de lo que hacía. López (Solano) pereció asesinado (según el código americano de la guerra moderna) el 1º de Marzo de 1870, y Urquiza a los cuarenta días, el 11 de abril del mismo año. Tomó la presecución del castigo de este último crimen, en nombre de la moral, el mismo que había preparado indirectamente por centenares de escritos personales contra Urquiza, en que enseño la doctrina de la supresión de los caudillos. La rica y gloriosa provincia de Entre Ríos preconizada en Argirópolis fue arrasada por dos campañas sangrientas, en nombre de la moral que condena el asesinato, como fue arrasado el Paraguay en nombre del honor nacional argentino y de la libertad de los paraguayos. Era la táctica hipócrita de la vieja política que cubre sus intereses en mira con principios abstractos de moral política. El gobierno de Sarmiento no destruyó la provincia argentina de Entre Ríos sino para servir los intereses mismos en vista de los cuales fue destruido el Paraguay". (E. P., Tomo XI, páginas 318-9). Profundiza este análisis otro párrafo, en donde explayándose sobre la relación entre Sarmiento y Urquiza y la Guerra del Paraguay, sostiene que la relación entre el presidente y el gobernador entrerriano "puede tener más bien por objeto calmar y desarmar a Urquiza, para sacrificarlo después que a López" (E.P., Tomo IX, página 286) o cuando afirma que "Se agarra de Urquiza como se agarraría de la pata del diablo por no ahogarse, salvo ahogar al diablo más tarde" (E.P., Tomo XI, página 254). A las razones políticas antes mencionas, Alberdi agrega motivaciones vinculadas con negociados financieros. En distintos pasajes de los "Escritos" habla sobre la deuda externa creciente, la pelea por empréstitos y su "manejo" político como una cuestión determinante de las grandes decisiones políticas argentinas. En un párrafo en particular, traza un sugestivo paralelismo entre la muerte de Urquiza y la de Facundo Quiroga, en la cual alude a la responsabilidad de Sarmiento en la muerte del entrerriano: "En el mismo año de 1870, en que Urquiza dejo de levantar el empréstito entrerriano, por su muerte, Buenos Aires levanto es suyo de 5 millones de pesos. Los hombres a quienes Urquiza había encargado de ese empréstito en Londres, eran agentes secretos de Buenos Aires y del Brasil. (Histórico). Es la lógica de los hechos la que acusa de la muerte de Urquiza a los que están procesando a López Jordán por el crimen que Buenos Aires hizo expiar a los Reinafés (verdaderas víctimas de su bisoñes) en la plaza de la Victoria. Así, no los excusa de la muerte de Urquiza el que castiguen a López Jordán, pues también los Reinafés, gobernadores de Córdoba, instrumentos de la muerte de Quiroga, fueron fusilados en Buenos Aires por el gobernador Rosas, que, según Valera, Indarte, Sarmiento, Alsina, etc., fue el autor mediato pero real de la muerte de Quiroga. (E.P., Tomo X, página 35)". Volviendo sobre los pasos de Sarmiento, Alberdi acusa al ahora presidente de los mismos hechos que aquel acusaba a Rosas. En cuanto a la autoría material e ideológica del crimen de Urquiza, Alberdi fertiliza la hipótesis de que Sarmiento sería el responsable de todo lo ocurrido. Lo denuncia metafóricamente cuando escribe que: "Mató a Urquiza el que mató el honor, el nombre y el crédito y valor moral de Urquiza. Fue matador de Urquiza el que lo demostró en cien escritos, por diez años, que era todo y el solo mal de la patria que era un monstruo de inmoralidad y de tiranía, indigno de vivir. En una palabra, mató a Urquiza el que lo condenó a muerte, a la muerte violenta que tuvo, y esa sentencia lleva el nombre de Sarmiento y está refrendada por el nombre de Mitre así como Sarmiento refrendó la sentencia de muerte contra López del Paraguay...". En éste pasaje, Alberdi le imputa a Sarmiento una responsabilidad moral e indirecta con respecto al atentado. Pero va más allá, en el mismo texto ahonda sobre la posible responsabilidad directa que Sarmiento habría tenido cuando afirma: "Todos los conflictos que forman las crisis del Plata en 1873 son resultados episódicos, efectos directos, obras perfectas de las presidencias de Mitre y Sarmiento. La actual cuestión del Paraguay viene de Mitre, que fue el creador de esa cuestión, no resuelta no terminada todavía. La cuestión de Entre Ríos, viene de la presidencia de Sarmiento, que mandó la guerra innecesariamente contra López Jordán, después de ser él mismo quién mató a Urquiza, con más probabilidad que Jordán. De Jordán sólo sabemos que fue acusado de esa muerte porque aceptó la revolución contra Urquiza pero de Sarmiento todo el mundo conoce la obra contra la vida de Urquiza. (E.P., Tomo VII, pagina 304)". Razonamientos como estos se encuentran diseminados por los distintos rincones de los "Escritos" alberdianos. A los fines de este breve ensayo solo he seleccionado algunos para reconstruir el análisis de Alberdi, que pone en el centro del proceso, que va desde la tragedia del 11 de Abril de 1870 a la eliminación de la montonera jordanista, la cuestión política nacional. Alberdi, a través de sus textos, afirma que este proceso tenía como finalidad principal la de eliminar políticamente a Entre Ríos, y a sus hombres, del escenario nacional. Se lo hizo para allanar el camino a la política del puerto de Buenos Aires y terminar definitivamente con la única posibilidad latente de construir una patria auténticamente federal. Los negocios externos, la deuda pública, el comercio exterior y el orden político interno fueron los móviles de la tragedia. Con la guerra y la muerte, al igual que como hicieron con el Chacho y Solano López, Mitre, Sarmiento y cia. remataron a sus opositores políticos entrerrianos. 3. Conclusiones "Sarmiento acusa a López Jordán con el mismo énfasis que pedía Southampton o la horca para Urquiza y la voracidad de las llamas de un pavoroso incendio para Paraná. Sabiéndose familiarizado con la prédica del asesinato quiere descargar su conciencia de toda responsabilidad… En este episodio el oficialismo metropolitano vuelve a administrar justicia a su gusto y paladar…En la lucha rencorosa, sin cuartel, de acciones violentas, Sarmiento venció, al final, a López Jordán y no solo dictó sentencia en las acusaciones que él solo hizo, sino que las impuso… La versión oficial que ha llegado hasta nosotros es consecuencia de esa disciplina". Aníbal S. Vásquez. "López Jordán" No todo se puede ocultar o silenciar por siempre. La historia oficial está plagada de falsedades y omisiones maliciosamente consumadas. De hecho, las muertes poco claras que mencionamos al principio de este ensayo han sido instrumento de propaganda política del aparato cultural del sistema. Ya sea para encubrir o para culpar injustamente de un crimen a alguien, un asesinato o una muerte jamás constituyeron un impedimento moral a la hora de escribir la historia acorde a los intereses de las clases dominantes. Si han asesinado, que problema pueden tener en mentir sobre ello, o sobre quién y cómo. Pero no todo se puede ocultar o silenciar eternamente. Los textos de José Hernández y Juan Bautista Alberdi, olvidados maliciosamente por la historiografía oficial, abren una ventana para tener una mirada distinta sobre el asesinato de Urquiza, magnicidio impune en la historia argentina. Existen otros historiadores y actores políticos de la época que llegan a conclusiones similares que esta. Su estudio también podrá contribuir a iluminar con la verdad este oscuro episodio histórico. Fueron muchos los que profetizaron la muerte de Urquiza. Diversos agoreros de la sangre y el puñal tuvieron claro que el final de Urquiza sería trágico. A varios de ellos los mencionamos en este ensayo. La particularidad es que todos, a pesar de sus diferentes procedencias políticas, afirmaron que sería la mano unitaria la autora del crimen. Como una "crónica de una muerte anunciada", en vida de Urquiza muchos actores políticos de la época presagiaron su violento fin. De todos los oráculos, me reservé para el final a Emilio Castro Boedo. En el libro "Contra Mitre. Los intelectuales y el poder: de Caseros al 80" de Eduardo Luis Duhalde, que es, entre otras cosas, una excelente recopilación de documentos, proclamas y declaraciones de la época, se transcribe un carta que el clérigo, intelectual y militante federal salteño le dirige a Urquiza en 1866: "La gran presa que miran los unitarios es la fortuna del General Urquiza el día que puedan le quitarán la vida con rara alevosía, harán sucumbir en cadenas extranjeras a su ilustre respetable esposa con todos sus hijos, prenderán fuego hasta el último retoño de sus partidarios, es decir del partido federal". A modo de conclusión, lo que queda claro hoy es que Ricardo López Jordán no mandó a matar a Urquiza, esto está fehacientemente comprobado. ¿Quién fue entonces el mentor del atentado? ¿Fue un accidente? ¿Una venganza de los viejos federales decepcionados por las vacilaciones de Urquiza? ¿Una represalia por la "retirada" de Pavón? ¿Un crimen ejecutado por los liberales porteños como lo presagió José Hernández? ¿Qué relaciones y que consecuencias tuvo con el atentado el viaje presidencial de Sarmiento a San José? No hay certezas y el lector tendrá que remediar la falta de pruebas con sus propias conjeturas. *Subsecretario de la Juventud de la provincia de Entre Ríos. Notas 1. José Adolfo La Rosa publica, en el año 2003, un libro titulado "Él no mató a Urquiza". En la obra reivindica la figura de Mosqueira, antepasado del autor del libro. La Rosa, basado en las actas judiciales demuestra que Mosqueira no es el autor material del homicidio sino que fue un chivo expiatorio. El mencionado Mosqueira es sobreseído en la causa y según el autor muere en extrañas circunstancias, ¿envenenado? en Gualeguaychú en 1874. 2. De toda la bibliografía y documental consultada surge que el tiro que recibe Urquiza en la cara no es mortal. El tiro habría sido disparado por un tal Pardo Luna. Pero el autor material de la muerte de Urquiza fue quien infirió las puñaladas y según las declaraciones y acorde a los testigos lo sindican al cuchillero oriental Nicomedes Coronel. 3. Quienes pretenden reforzar la tesis oficial que adjudica la muerte Urquiza a una orden de López Jordán suelen abonar sus teorías con una cita de José Hernández: "Urquiza era el Gobernador Tirano de Entre Ríos, pero era más que todo, el Jefe Traidor del Gran Partido Federal, y su muerte, mil veces merecida, es una justicia tremenda y ejemplar del partido otras tantas veces sacrificado y vendido por él. La reacción del partido, debía por lo tanto iniciarse por un acto de moral política, como era el justo castigo del Jefe Traidor". Independientemente del análisis del resto de la obra periodística y política de José Hernández que no viene al punto de este ensayo, pero a los fines de relativizar esta idea me parece oportuno mencionar que esta no es una nota de un diario ni un carta abierta, proclama ni un texto de carácter público de los tantos que escribió José Hernández en su vida. Al contrario, es una carta privada anónima, que ni si quiera lleva su firma, que llega a manos de López Jordán por interpósita persona meses después de la tragedia del 11 de Abril cuando el autor del Martin Fierro ni siquiera residía en Entre Ríos. Esto lo demuestra Aníbal S. Vásquez en "José Hernández en los entreveros jordanistas", teoría que sigue Fermín Chávez en su "José Hernández. Periodista, Político y Poeta". También considero apropiado mencionar que en ningún trayecto de la carta se menciona el hecho concreto del magnicidio entrerriano ni mucho menos la autoría de López Jordán. Otra cuestión importante para traer a colación radica en el hecho de que la carta es una proclama federal, que insta López Jordán a encabezar una revolución nacional contra el gobierno de Sarmiento, es así que en otros pasajes del documento podemos leer: "El actual gobierno Nacional es arbitrario, despótico y timorato, porque no se apoya en la opinión de los pueblos, sino en las bayonetas de sus reducidos batallones"… "Ud. quiere la felicidad de Entre Ríos, su prosperidad, su progreso, su engrandecimiento moral y material… esta aspiración es noble y legitima de parte suya pero no puede realizarse, sino armonizado su surte con las demás Provincias Argentinas, y haciendo que todas ellas participen de los mismos beneficios"… "Creo que sería posible robustecer el poder de la revolución de Entre Ríos, por la unión de los federales de todas las partes. No deje Ud. que su prestigio se menoscabe fuera de Entre Ríos". (Carta citada en "José Hernández en los entreveros jordanistas" de Aníbal S. Vásquez)". 4. Las dos citas periodísticas de José Hernández fueron extraídas del libro "Contra Mitre. Los intelectuales y el poder: de Caseros al 80" de Eduardo Luis Duhalde, un excelente libro que narra y describe el rol de toda una generación política e intelectual que se enfrentó al liberalismo porteño. 5. El historiador entrerriano Fermín Chávez aborda de manera muy acabada la etapa madura de Alberdi. En distintos libros como "Civilización y Barbarie en la Historia de la Cultura Argentina" y "Alberdi y el Mitrismo" se puede encontrar un excelente panorama de la obra antimitrista y antisarmientina del pensador tucumano. 6. La edición de los "Escritos Póstumos" es la de la Universidad Nacional de Quilmes, del año 2002. Bibliografía especial consultada. Alberdi, Juan Bautista. "Escritos Póstumos". Edit. Universidad Nacional de Quilmes. Bernal 2002. Barreto Constantín, Ana María. "Muerte de Urquiza" Edit. Dunken. 2008. Bosch, Beatriz. "Urquiza y su tiempo". Eudeba. Buenos Aires 1971. Chávez, Fermín. "Vida y muerte de López Jordán". Editorial Teoría. Buenos Aires 1970. Chávez, Fermín. "Civilización y Barbarie en la Historia de la Cultura Argentina". Edit. Los Coihues. Buenos Aires 1988. Chávez, Fermín. "Vida del Chacho". Ediciones Theoria. Buenos Aires. 1967. Duhalde, Eduardo Luis. "Contra Mitre. Los intelectuales y el poder: de Caseros al 80". Editorial Punto Crítico. Buenos Aires. 2005. Duarte, María Emilia. "Urquiza y López Jordán". Editorial Platero. Buenos Aires. 1974. Gálvez Manuel. "Vida de Sarmiento". Editorial Thor. 1943. Gianello, Leoncio. "Historia de Entre Ríos". Ediciones de la Provincia. Paraná. 1951. La Rosa, Jorge Adolfo. "Él no mató al General Urquiza". Newton, Jorge. "Ricardo López. Último caudillo en armas". Editorial Plus Ultra. Buenos Aires. 1965. Salduna, Bernardo. "La rebelión jordanista". Editorial Dunken. Buenos Aires 2005. Vásquez, Aníbal. "Caudillos entrerrianos. López Jordán". Editorial Peuser. Rosario 1940. Vásquez, Aníbal. "José Hernández en los entreveros jordanistas". Editorial Nueva Impresora. Paraná 1953. Ruiz Moreno, Leandro. "A 81 años de la tragedia del 11 de abril". Editorial Nueva Impresora. Paraná 1951.