Centro de estudios peronista José Armando Gonzáles - Ateneo: Nelly A. Moscheni de Gonzáles. Fundado el 08-10-2011.
  PERON y Malvinas
 
 
Centro de Estudios Peronista: José Armando Gonzáles
Ateneo: Nelly A. Moscheni de Gonzáles
Fundado el 08 – 10 – 2.011
 
 
 
PERON Y MALVINAS
 
 
Transcripción de:
POLITICA PERONISTA”
(POLITICA INTERNACIONAL PERONISTA –
Las Malvinas y la Antártida Argentina)
 Ed. Mundo Peronista – Bs. As. 1954 – pgs.289-302.
 
Las Malvinas y la Antártida Argentina.
            El territorio de la República Argentina, es decir la base física donde el Estado ejerce su poder de imperio y donde el pueblo tiene su ´habitat´ o asiento material para la vida, está limitado, sea por mares, sea por tierras pertenecientes a otros Estados.
            En la parte austral de la República se encuentran dos zonas pertenecientes al territorio argentino: las Islas Malvinas y el Sector Antártico comprendido entre los meridianos 25º y 74º de longitud oeste, al Sur del paralelo 60º.
            Con respecto a las Islas Malvinas existe una cuestión de hecho pendiente con Gran Bretaña, dado que esa nación se apoderó violentamente del territorio de las mencionadas islas, no cejando en su posesión pese a los reiterados reclamos de todos los gobiernos argentinos, sin excepción.
            En lo que se refiere a la sección de la Antártida que corresponde a la República Argentina, solamente es necesario ponerse de acuerdo con la República hermana de Chile, en relación a la demarcación de fronteras entre las zonas que respectivamente corresponden a ambas soberanías.
            a) Islas Malvinas.
            Los antecedentes históricos relacionados con la disputa sobre el denominado ´problema de las Malvinas´ aclaran suficientemente la cuestión para afirmar concretamente que la República Argentina abona sus derechos a la soberanía sobre dicho archipiélago en forma irrefutable.
            Algunos autores pretenden atribuir el descubrimiento de las Malvinas a Vespucio o a Magallanes; otros a Pedro de Vera o Alonso de Camargo. Estas hipótesis sin embargo carecen de solidez y las pruebas a su favor distan mucho de ser valederas. Hay quienes sostienen que el descubrimiento fue realizado por los ingleses Davis y Hawkins, aunque nada cierto surge del relato efectuado por el primero con respecto a sus viajes, pues no indica con exactitud ni los nombres ni la posición del archipiélago, así como tampoco es digna de crédito la versión de Hawins ya que fue desmentida por sus propios compatriotas, los marinos Burney y Chambers.
            Las probabilidades son mas favorables, en lo referente al descubrimiento, para las investigaciones que intentan demostrar que fue el marino portugues Esteban de Gómez quien, formando parte de la expedición de Magallanes, al retornar a España para dar noticias del hallazgo del Estrecho descubre las islas y proporciona a Diego Rivero los datos necesarios para que éste las hiciera figurar en el mapa que compuso en 1529.
            Años mas tarde, el navengante holandés Sebald de Weert avista las islas y las ubica; a partir de 1.600 las Malvinas aparecen en las cartas marinas bajo la denominación de Islas Sebaldines, nombre que se mantiene durante varios años pues los cartógrafos presuponían que se Sebald de Weers era su descubridor. En 1.690 el inglés John Strong da el nombre de Canal Falkland al que separa las dos islas más importantes del archipiélago. De ahí derivo el nombre que los británicos adjuricaron más adelante a todo el conjunto de tierras malvinenses.
            Hacia 1.700, las islas eran ya escala obligada para los barcos franceses que regresaban del pacífico a través del Estrecho de Magallanes, y en 1.748 el almirantazgo inglés se propuso explorar las islas, intención desbaratada por el gobienro español, que ya en esa época consideraba a las Malvinas como de su propiedad.
            En 1.764 el marino francés Luis Antonio de Bougain-ville, al frente de las naves L´Aigle y Le Sphinx funda el puerto Luis en las Malvinas.
            El propósito de los franceses era el establecer una colonia bien organizada y no simplemente una factoría o un puesto de abastecimiento. Con tales perspectivas trajeron colonos, operarios, marinos, etc., provenientes -en su mayoría- del puerto francés de Saint Maló. Según afirma Juan Carlos Moreno (“Nuestras Malvinas – 6ª Edición, Bs. As., 1950, pg.20”) el nombre de Malvinas deriva de malouines, nombre dado a los nativos del puerto francés citado.
            Entran los ingleses nuevamente en las Malvinas hacia 1.765, oportunidad en que el comodoro Byron funda Puerto Egmont en la Malvina occidental.
            En 1.767 Bougainville abandona las Malvinas ante la reclamación interpuesta por los españoles y entrega Puerto Luis a la corona de España, recibiendo en concepto de gastos realizados en dichas tierras la suma de 618.108 libras. España reclamó como propiedad dichas islas en razón de considerarlas una dependencia del continente americano austral, derecho reconocido por Francias.
            En 1.770 el Capitán Juan Ignacio Madariaga se hace presente en el Puerto Egmont e intima la evacuación a los ingleses en nombre del Rey de España. Luego de los trámites de rigor los británicos abandonaron su presa, hecho que provocó un mar de protestas en Inglaterra y que logró que la Gran Bretaña pidiera reparaciones a Carlos III. Este no se allanó a tal situación, por lo que Inglaterra retiró su Embajador en Madrid, acto que presuponía la próxima declaración de guerra. Ante la negativa de Francia frente al pedido de alianza efectuado por España para enfrentar a Inglaterra, el moncarca español cede a las pretensiones inglesas y desautoriza el acto ordenado por el Gobernador de Buenos Aires y llevado a cabo por Madariaga.
            En 1.771 se restituye el Puerto Egmont a los ingleses, dejando constancia de que tal hecho no afecta en nada la cuestión del derecho anterior de soberanía de las Islas Malvinas. Un acuerdo secreto establecía que el Puerto Egmont sería devuelto a España, lo que en efecto aconteció en 1.774, año en que los ingleses abandonan Puerto Egmont. A partir de 1.774 España ejerció su dominio sobre las Islas Malvinas por medio de los Gobernantes designados por el Virrey de Buenos Aires. Al producirse las guerras de la independencia las tierras australes permanecieron algo olvidadas pero no por ello dejaron de preocuparse las autoridades patrias por el destino de esas lejanas islas. Es así que en 1.820 el Comandante Daniel Jewitt se hace cargo en nombre del Gobierno de la Provincias Unidas del Río de la Plata de Puerto Luis.
            El 10 de junio de 1.829 Martín Rodríguez nombra Gobernador político y militar de las Islas Malvinas al Sr. Luis Vernet, quien se instala en la isla Soledad levantando una colonia de unos cien hombres que se dedicaron a las tareas agrícolas – ganaderas, como así también a la pesca.
            En 1.831 Vernet aprisiona a tres barcos balleneros norteamericanos que se dedicaban a actividades en zonas argentinas vedadas. La protesta del consul yanqui a raíz de este hecho da lugar a que meses mas tarde el buque de guerra norteamericano Lexington tome represalias contra los moradores de la isla haciendo prisionero al segundo de Vernet y a otros oficiales de la guarnición de Soledad.
            Ante esta actitud el gobierno argentino, de cuyas relaciones internacionales se ocupaba Dn. Juan Manuel de Rosas, reclama ante el gobierno yanqui por los actos de piratería realizados por Duncan, el comandante del Lexington. Asimismo, Rosas entrega los pasaportes al cónsul norteamericano y al encargado de negocios de esa nación y los declara personas no gratas por su desmedida actuación.
            Las negociaciones diplomáticas se prolongan indefinidamente hasta que algunos años más tarde el gobierno de EE. UU., evade definir la cuestión alegando que aún no estaba resuelta la disputa con Inglaterra sobre el dominio de las islas Malvinas.
            En 1.833 se encontraba el Capitán José María Pinedo al mando de la Guarnición argentina en las Malvinas haciendo frente a una sublevación de presos que habían sido conducidos a las Malvinas por orden del gobierno argentino cuando, sin previa autorización, entró en Soledad la Corbeta inglesa “Clío” bajo el comando de Onslow.  El capitán inglés hizo llegar un mensaje a tierra en el que hacía saber que otorgaba un plazo de 24 horas para que los argentinos evacuaran esas tierras.
            Ante la negativa de Pinedo, Onslow entrega un ultimatum ordenando arriar la bandera argentina y elevar la inglesa. Pinedo tampoco accede, razó por la cual el capitán del Clío haciendo uso de su poder material encañonando a la guarnición manda a sus oficiales a cambiar la bandera argentina por la inglesa. En enero de 1.833 Pinedo asienta una formal protesta por la acción inglesa y embarca hacia Buenos Aires para informar a cerca del asunto al gobernador Juan Ramón Balcarce.
            El reclamo es iniciado por Balcarce ante el encargado de negocios de Gran Bretaña, comunicándose las actuaciones a todas las naciones con las cuales la República Argentina mantiene relaciones.
            El 17 de junio de 1.833 Manuel Moreno, embajador argentino en Londres, deposita en el Foreign Office la extensa protesta que expone circunstanciadamente los derechos de soberanía, basado en la propiedad y ocupación de España, reconocidos explícitamente por Francia e implícitamente por Inglaterra, con el desalojo de Puerto Egmont, después del conflicto anglo – español. Al contestarla, Lord Palmerston, desentendiéndose de la parte histórica, justifica la actitud del capitán Onslow y aun tiene la osadía de afirmar que la Argentina había hecho abandono de las islas y que el dominio inglés no se refería solamente a Puerto Egmont, sino a todas las islas; argumento especioso que deseaba sentar como precedente utilizable en el futuro; pues nunca hasta entonces los ingleses habían ocupado ni la Malvina oriental ni la Malvina occidental, sino solo el puerto Egmont, en la pequeña isla Saunders, que, por otro lado, habían abandonado enteramente en 1.774.
            El 24 de diciembre de 1.834 Manuel Moreno presenta un segundo alegato, historiando los descubrimientos y refutando la presunta prioridad de Gran Bretaña. Rosas, que retoma el poder el 13 de abril del año 1.835, persistió durante todo su gobierno en la reclamación y el mantenimiento de la legitimidad argentina. Una tercera protesta del 18 de diciembre de 1.841 sólo mereción un frío acuse de recibo inglés. Otra cuarta, el 19 de febrero de 1.842, fue contestada por Lord Aberdeen con este arrogante sofisma: “El gobierno británico no puede reconocer a las Provincias Unidas el derecho de alterar un acuerdo concluido cuarenta años antes de la emancipación de éstas entre Gran Bretaña y España. En su derecho de soberanía sobre las Malvinas o Falkland, la Gran Bretaña, considera este arreglo como definitivo; este derecho acaba de ser inaugurado en estas islas un sistema permanente de colonización. El gobierno de S.M.B. comunica esta medida al Sr. Moreno, al mismo tiempo que su determinación de no permitir ninguna infracción a los derechos incontestables de Gran Bretaña sobre las islas Falkland”. El 10 de marzo de 1.842 Moreno contesta la nota, la refuta reitera los reclamos anteriores, y sostiene firmemente la soberanía argentina, y deposita su protesta, otorgándoles “todo el valor que actualmente y en cualquier otra época pudiera tener”. Pero Inglaterra había cerrado el debate que no quiso reabrir. En notas posteriores, contestando las subsiguientes reclamaciones se obtuvo siempre la altanera respuesta de Lord Alberdeen. Así, callada, orgullosa, mantiene ilegalmente en su poder aquel fragmento aislado de nuestra patria” (Moreno Juan Carlos, op. Cit. Pgs. .26 y 27).
            Los títulos justificativos de nuestra soberanía en las Islas Malvinas (sucesión legítima y directa de la soberanía española) han sido siempre mantenidos y reafirmados por el gobierno peronista, debiéndose tener muy en cuenta la declaración argentina con respecto a nuestra plataforma submarina y la zona correspondiente de mar continental sobre las cuales se ejerce el poder de imperio, manifestaciones efectuadas por primera vez en la historia nacional durante el gobierno de Perón.
            Todos estos claros antecedentes han justificado el aserto del Presidente Perón cuando afirmó, el 1º de mayo de 1.950, en su Mensaje al Congreso que “hemos creado en la ciudadanía del país clara conciencia de todos sus derechos de tal manera que ya ningún argentino ignora que la unidad geográfica nacional termina en el mismo polo austral del mundo”.
            b) La Antártida Argentina.
            Con respecto al continente antártico cabe efectuar algunas consideraciones de cierta importancia para establecer en forma clara cuáles son los títulos en cuya virtud la República Argentina tiene un efectivo derecho de dominio sobre el mismo.
            La soberanía territorial –en térmios generales- puede adquirirse por diferentes medios: algunos son denominados medios originarios y otros medios derivados. El principal modo o forma de adquirir la soberanía territorial por medio originario es la ocupación de un territorio “de nadie” (res nullius). Para adquirir la soberanía territorial de esta manera son necesarios tres requisitos fundamentales, a saber: 1) que la tierra sea “nullius”, o sea, de nadie; 2) que se tenga el ánimo, la intención de adquirir la soberanía sobre esa tierra; 3) la toma de posesión material y efectiva.
            En síntesis como dice un autor francés – Jéze-, el Estado interesado debe ocupar la tierra y efectuar en ella actos de gobierno que pongan claramente de manifiesto la decisión y voluntad de ejercer la soberanía, organizando su administración adecuadamente, según las especiales particularidades del territorio “nullis”.
            Entre los modos derivados de la adquisición de la soberanía es preciso mencionar la cesión, ,permuta o venta de territorios (p.e., la venta de Alaska realizada por Rusia s los Estados Unidos de America del Norte en 1.867, o la venta de las Antillas danesas al mismo país americano en 1.916), en cuyo caso se transmite la soberanía del vendedor al comprador. Otra forma derivada en esta materia es la que proviene e la sucesión en los derechos soberanos que un país recibe de otro, así como los hijos heredan a sus padres en el derecho privado. Los casos de derecho de soberanía por sucesión tienen su causa, por regla general, en los procesos de independencia política, tales como la mayoría de los casos de las actuales naciones americanas. En esta situación, los países que adquieren soberanía sobre su base física o territorial la ejercen dentro de los mismos límites o fronteras materiales que los que poseía el antiguo Estado del que se independizaron. Esta doctrina es conocida en Derecho Internacional Público con el nombre de “Uti posidetis jure”, que se deriva de la expresión latina que comienza con esas palabras (“uti possidetis”) y que, en su completa estructuración significa: “Como poseíais, seguireis poseyendo”. Esa doctrina justifica el derecho de soberanía territorial que la República Argentina recibió en sucesión en el momento en que se independizó políticamente de España. Esa doctrina es, también, la que justifica nuestro derecho de soberanía con respecto a las islas Malvinas.
            Ahora bien es necesario preguntarse: ¿tal teoría es apliable a la Antártida? ¿Recibimos como herencia de España la soberanía sobre el Continente Helado? ¿Ejercía España posesión efectiva, material de ese territorio?
            El simple antecedente histórico relacionado con el descubrimiento del Polo Sur niega la fuerza de esa doctrina en este caso. Mal podía España tener la intención de ejercer derechos de soberanía sobre un territorio cuya existencia desconocía. No es pues ninguno de los modos derivados los que justifican nuestros derechos a la soberanía sobre la Antártida.
            Por todo lo que antecede, solamente nos resta preguntarnos ¿la República Argentina ha cumplido con los tres requsitos fundamentales que son necesarios para adquirir soberanía territorial en forma originaria? Veámoslo:
            En primer lugar nos referiremos a la exigencia de ocupar material y efectivamente el territorio sobre el cual se pretende adquirir soberanía, y en ese aspecto, es indudable que la Argentina ha cumplido en forma harto elocuente con el mismo. Esto es tan evidente que no precisa mayor demostración, sin contar con que el asunto ha sido puesto fuera de discusión en todas las conferencias, congresos y declaraciones de índole internacional. Basta, simplemente, el recordar el mantenimiento de la ocupación ejercida mediante el observatorio de las islas Orcadas y que, desde 1904, la República Argentina ejerce efectiva e ininterrumpidamente ocupación territorial en la zona antártica.
            En segundolugar, corresponde recordar que, con respecto a la intención y voluntad de adquirir y ejercer soberanía en las tierras ocupadas, se han establecido servicios públicos argentinos en las tierras antárticas, como el desempeñado por el observatorio meteorológico antes mencionado y la oficina postal de las Orcadas que también funciona desde 1904. En el año 1927 se instaló una estación radioeléctrica oficial que ha funcionado siempre con las características que internacionalmente corresponden a nuestra Patria.
            Muchas otras oficinas de esta naturaleza o similares así como las regulares expediciones marinas y aeronáuticas efectuadas por la Nación Argentina ponen claramente de manifiesto la decisión, voluntad e intención de ejercer la ocupación en forma efectiva, material e ininterrumpida con el evidente espíritu de adquirir derechos de soberanía territorial sobre dicha zona.
            Para finalizar, la República Argentina ha cumplido con los requisitos antes mencionados y los ha llevado a la práctica efectuando actos de adquisición de soberanía territorial sobre tierras que a nadie pertenecían, con lo cual se ha cumplido el total de las exigencias requeridas para haber obtenido el derecho de soberanía territorial sobre la Antártida, de acuerdo con todas las condiciones exigidas por las reglas del Derecho Internacional.
            La ocupación efectiva determina, por otra parte, los límites dentro de los cuales se extiende la soberanía adquirida. Por tal razón no nos atribuimos el derecho de soberanía sino sobre aquellos parajes donde hemos efectuado la ocupación efectiva, material e ininterrumpida. Aunque la teoría llamada del sector no es -jurídicamente- la exacta (por razones de distinta naturaleza que no expondremos en pro de la brevedad), la Argentina ha aceptado que se aplique esa doctrina, dividiéndose la Antártida en los sectores correspondientes a las naciones que sobre ella tienen derecho de soberanía. El sector argentino está comprendido entre los meridianos 25º y 74º de longitud oeste, al Sur del Paralelo 60º. Al respecto agregaremos que solamente falta dilucidar la cuestión de límites con Chile que ocupa el sector vecino.
            La política internacional peronista ha seguido una línea de conducta consecuente con la defensa permanente de nuestra soberanía política declarando pública y expresamente “nuestros derechos y nuestras opiniones sobre nuestras Malvinas y la zona antártica” (1-V-1949).
            Dentro del marco americanista que el Peronismo exibe en su enfoque de la política continental, es notable su sentido de fraternidad y solidaridad para con las demás naciones hermanas de América; “es a esa solidaridad a la que han apelado en cada reunión interna las representaciones argentnas, a fin de hacer valer ante el mundo, la fuerza de toda América, sus derechos a la restitución de las Islas Malvinas, que integran sin nunguna discusión las fronteras de la República, lo mismo que el sector de la Antártida que le pertenece” (1-V-1951).
            Los fines inmaculados de las banderas del Peronismo sienten la presencia de los siglos y de la Historia ante el rumbo verdadero de la Patria, que sabe con seguridad cuál es el puerto de su destino de gloria. En el caso particular de nuestros dominios australes, la Patria también sabe que nadie podrá ignorar, desde Perón en adelante, la consigna de honor que el Peronismo lega a las generaciones futuras en esta materia, porque “por primera vez en todas las escuelas argentinas se enseña en forma orgánica y general la verdad sobre las Malvinas Argentinas y sobre nuestra soberanía en la Antártida. Durante 100 años estas verdades fueron silenciadas ante la conciencia de los niños argentinos por la enseñanza oficial . . . ¡y ello prueba una vez más cómo la neutralidad puede ser el disfraz de la traición!” (1-V-1951)”.-
 
            Hasta aquí la transcripción de lo que se enseñaba en Política Peronista sobre la cuestión.
            Baste decir entonces para mi que el único gobernante argentino que dejó para la historia la verdad sobre las Islas Malvinas fue el Gral. Perón en todos sus escritos y en las Clases de Conducción Política que nos dictaba en la Escuela Superior Peronista.
            Por ello aconsejo que lean el Libro “Política Peronista” que subiremos digitalizado a esta página en LIBROS PERONISTAS.
            José Armando Gonzáles. (09-02-2012).-
 
 
 
 
 
 
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